El
deseo rompe los nudos,
nos da
extensión, esperanza,
y eleva al ser como un surco
vivo, preñado
de mañanas.
Con
ansias de amar el mundo
devora el tiempo, lo vacía,
y
arranca a los segundos
la
realidad abrupta de los días.
El
horizonte queda oculto
en esta
dimensión de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario