Certeza del instante, de estar vivos
bajo el cielo que nos toca, en la noche
distinta, en la misma y única distancia
donde somos y no somos siempre.
No muy lejos de nosotros, aquí, cerca
de la piel que nos separa o nos une,
podemos saber que solo habitamos
cuando pisamos las sombras de los otros.
Certeza también del silencio, de esa voz
mezclada que es la voz final de todos.
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